Lo que el acto refleja

 La vida es así, -dijo-. Y rió, como por acto reflejo, como buscando una complicidad perdida en el tiempo. 

-Pensar que la vida es así, para justificar una estupidez, no le veo motivo de gracia, -dijo, la mujer-. Ella no estaba molesta, estaba casada. Pero se mostró molesta, solo como por acto reflejo. 

"Los amantes" René Magritte

Los dos se miraron por un instante y se dieron una tregua. Él, se dio media vuelta ¿o fue ella? Lo cierto es que sus espaldas se enfrentaron y, así, continuaron con sus tareas. La tarde fue pasando sin más. Sin hablarse; o sin murmurarse cosas sin respuesta, sin valor de uno para el otro.

 Por momentos, él, extrañaba la voz de su mujer, pero con el paso de los años, que fueron, tal vez demasiados, su voz había cambiado y el timbre que él extrañaba ya no existía, solo sonaba un vestigio perdido en sus recuerdos. 

Ella, sumergida en la cocina, pensando en sus nietos y porque solo la visitaban uno, o a lo sumo, dos domingos al mes, también pensó en cuanto extrañaba aquella sonrisa en su esposo y esa forma de sostener el cigarrillo de costado; una image que le recordó a Humphrey Bogart. 

Pero él, ya no reía, -la vida, decía-, y parecía gruñir.

 Y el cigarrillo se lo había prohibió, terminantemente, el doctor, ya hace varios años. Y, además, sus escasos dientes producían un pequeño hilo de saliva en cuanto descuidaba el cigarrillo en el costado de la boca, y eso, a ella, le daba un poco de asco. Y, estoy hablando, del peor de los ascos, no el más profundo que se mezcla con odio; sino uno más difícil de definir; el que se mezcla con la lástima.

 La tarde pasó sin más, y así, llegó la noche. Llegó la noche como algo que, aunque se sabe, no se espera, simplemente cae como por decantación.

 Por acto reflejo, ella, puso la cena sobre la mesa, puedo asegurarles que al mismo tiempo que la puso ayer y segurísimamente al mismísimo tiempo que la pondrá mañana. Él, soltó las herramientas, por un acto reflejo, y sin mirar el reloj, se dirigió a la mesa y se sentó. Comieron en silencio. No, envueltos en el silencio, que no es lo mismo. Y como por un acto reflejo, él cogió un palillo y lo incrustó entre sus dientes, aunque no tuviese restos de comida, aunque no hubiesen comido carne, ni nada por el estilo. Desatando en ella, como por acto reflejo, otra vez el mismo sentir, aquella conjunción del asco y de la lástima. Ella, por acto reflejo, lo observó, molesta, y suspiró profundo. Por acto reflejo, la mujer, se levantó y comenzó a recoger la mesa. Ya cansada y sin la fuerza que da, solo por mera presencia, la propia juventud, sus brazos cedieron por un momento y un vaso resbaló del plato con salsa y se precipitó hacia el suelo. Una mano a una velocidad disonante con el ritmo cotidiano, surcó el espacio, agarrando el vaso en pleno vuelo y devolviéndolo a la mesa, sano y salvo.

-Todavía tengo reflejos-, -dijo, él- 

Ella, suspiró como lo hacía siempre. Sus ojos se pusieron en blanco, como por acto reflejo.       


Julián Alejandro Rosa

No hay comentarios:

Publicar un comentario