El personaje inmortal.

 

 Cuando se trata de un relato, podemos decir, y hablando de los personajes, que estos se encuentran a plena disposición de la estructura del cuento. Digamos que intervienen para que la historia sea contada. Muchos de estos personajes (algunos entrañables) en muchos casos, hasta no gozan de un nombre propio, y no se profundizan en sus aspectos psicológicos, porque ahondar más, sería, estar desviando al lector de lo que, verdaderamente, importa. A medida que el cuento se extiende y va tomando otra estructura, el personaje cobra otra significación, por ejemplo, “El perseguidor” de Julio Cortázar, dado como ejemplo, por ser su primer cuento largo, dejando, al escritor argentino, introducirse en otra literatura, en la cual, los personajes no solo participan, sino que también, son. Y ni hablar de las novelas u obras de teatro, en las cuales los personajes llegan a cobrar un valor tan grande que son conocidos con sus características propias como entidades, más allá de los parámetros de la historia contada.


Dos ejemplos: Arturo Bandini, de John Fante y aquella brillante saga de cuatro novelas (
Camino de los Ángeles, Espera la primavera, Bandini, Pregúntale al polvo y Sueños de Bunker Hill). Juntacadaveres o Larsen de Onetti, protagonista de El astillero y Juntacadaveres, brillantes novelas que el escritor uruguayo sitúa en Santa María, esa ciudad que termina cobrando la fuerza de un personaje más. Dos ejemplos de personajes literarios contemporáneos, para no olvidar. Pero debo decir que estos dos ejemplos los destaqué al principio, por tratarse de personajes que no fueron impulsados a la fama por el cine. Si bien Arturo Bandini, tuvo su oportunidad en Espera la primavera, Bandini, de la mano del director Francis Ford Coppola, (1990), fue, más bien, reivindicado por Bukowski en su literatura.

Como personajes que sobrepasan los parámetros de su obra, tenemos cientos. El Conde Drácula, Frankenstein (que tomó el nombre de su creador, la criatura no tenía nombre propio), Dorian Grey, Dr Jekyll y Mr Hyde, Anna Karenina, Ulises, El principito, Guillermo de Baskerville, Harry Potter, Don Quijote de la mancha, Frodo Bolsón, Romeo y Julieta (siempre juntos, no se puede decir Romeo sin decir Julieta y viceversa) y así la lista de personajes salidos de universos literarios sería interminable. Unos más conocidos que otros y no estamos hablando de jerarquías literarias o gustos; sino que estamos poniendo como ejemplo a esos personajes que trascienden la propia obra. Que, si no leíste El ingenioso hidalgo Don Quijote de la mancha, de Cervantes, seguramente escuchaste hablar de él, de Sancho Panza o los molinos de viento. Aunque no hayas leído El no muerto, titulo original de Bram Stoker, de más de 170 años de antigüedad, del escritor irlandés, que dio vida al conde Drácula, seguramente jugaste de niño a ser un vampiro o unos de tus primeros miedos a la oscuridad, vino gracias a él. Evidentemente estamos hablando de personajes que ya forman parte de un inconsciente colectivo que nos enmarca como sociedad occidental. Partiendo de esa premisa, debo destacar, y sin más preámbulos, y llegar a uno de los personajes literarios, en ciertos aspectos, único. Sherlock Holmes creado en 1887. Es verdad que también se instaló en el inconsciente popular, por formar parte de cantidad de películas y series televisivas. Pero algo lo destaca del resto. Su inmortalidad, sin caer en metáforas. Realmente fue inmortal. Cuando, Arthur Conan Doyle, cansado de la repercusión y fama del personaje, (¿o tal vez celoso?), decidió matarlo, en el relato El problema final, 1893, la presión del público y de la editorial, fue tan grande que, en La casa deshabitada, 1903, se vio obligado a “resucitarlo”.

¿Estaríamos, inconscientemente, defendiendo la bandera de la lógica moderna, que este hombre representa? El hombre que llega a la conclusión, mediante la elaboración de preguntas. Y a Conan Doyle le fue imposible matar a la lógica. Y ese dato, tal vez anecdotario, cobra mayor valor aun, con lo sucedido en Alemania en el año 1907, cuando el placo Kurt Matull y el alemán Matthias Blank, publican las historias semanales, tituladas: El detective Sherlock Holmes y sus más famosas aventuras. En su momento un éxito, traducidas en varios idiomas y editadas en toda Europa, luego llegó a Brasil y parte de Asia. Enterado de esto, Arthur Conan Doyle, no toma medidas al respecto, caso, talvez, único en el mundo, quizás reconociendo que el personaje realmente había cobrado vida, o con la inocente esperanza de que el polaco y el alemán, mataran definitivamente a su creación. El caso es que el editor de Doyle, presentó queja, logrando que quitasen el nombre de Sherlock Holmes de la portada y así los, coloquialmente llamados, apócrifos del detective británico, pasaron a llamarse en 1911, De los archivos secretos del mundialmente famoso detective.  

En la autobiografía de Sir Arthur Conan Doyle, en 1924, confiesa el hartazgo de él hacia su personaje, por su perfección excesiva. En 1927 Arthur Conan Doyle publica los últimos relatos del detective, escritos entre 1921 y 1927, la colección contiene doce relatos del detective, se tituló El archivo de Sherlock Holmes. El gran escritor, escoces, Arthur Conan Doyle, murió en el año 1930. Más de 250 apariciones de este héroe de la lógica, tienen registro, entre series de televisión y películas. Desde Buster Keaton (1924), pasando por la primera serie televisiva, 1964, de la mano de la BBC, protagonizada por Peter Cushing y Douglas Wilmer. Hasta un Holmes caracterizado en perro, por parte de la animación de Hayao Miyazaki en 1984 y un joven Holmes y Watson, conociéndose en el instituto, traídos a la pantalla grande por Barry Levinson, 1985, en una recomendable cinta para adolescentes, que parece no envejecer. Y culminando con las versiones de Guy Ritchie de la mano, en el personaje de Holmes, de Robert Downey jr y Jude Law como su fiel ayudante, el doctor Watson.

 Es verdad, casi lo olvidaba, Enola holmes y su secuela, 2020 y 2022, nos muestran a una hermana de Sherlock como protagonista, en una historia con una trama que hace agua por todos lados, vendiendo a una Holmes mujer, haciendo hincapié en los paradigmas del feminismo moderno, y a un Sherlock ayudándola desde un segundo plano. Digamos que casi cien años después, el personaje sigue vivo y su lógica con él, su perspicacia y su ingenio, su leyenda continua sobrepasando generaciones y nos muestra el peso real de lo literario, sobre una sociedad que cada día lee menos.   

 

 

 

El personaje inmortal, Julián Alejandro Rosa 27/03/2023

Julián Alejandro Rosa

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